FIESTAS DE OTOÑO

Los Santos y los Fieles Difuntos en Extremadura.  

Comienza el otoño, el paisaje adquiere tonos grises y marrones y estas fiestas destacan por su belleza en esta época del año. El origen de esta fiesta no está muy claro. Durante siglos, antes y durante estas fechas, las mujeres se dedicaban a la limpieza de las  tumbas de sus antepasados. Pero sobre todo, la fiesta de los Santos es un día para salir al campo, de romería o de “jira”. 

Hasta hace pocos años, en la mayoría de los pueblos de Extremadura, los monaguillos salían el día de los Santos a pedir a sus vecinos frutos del tiempo (castañas, higos, nueces, granadas, membrillos, ...) que luego se comían en el campanario pues durante toda la tarde y la noche se dedicaba a tocar las campanas. Esta tradición sigue manteniendose en algunos pueblos en la actualidad y se denomina “chaquetía”. En otros lugares, son los padrinos y los abuelos los que daban “los Santos” a los chicos y chicas. Las frases que utilizaban para pedirlos eran muy variadas:  

“Los Santos o te rompo los cántaros”. 

“Va dá usté algo p´a los Tosantos?”.

“Si no me das la chiquitía no eres mi tía”. 

El nombre que se le da a este día es diferente en algunos de los pueblos de Extremadura.  El más conocido es el “día de los Santos” pero también hemos encontrado otros: 

“Día de la Moragá” en Serradilla (Cáceres).

“Los Tosantos” en Alconchel (Badajoz) 

“Día de las castañas o del Magusto” en Carbajo y en Valencia de Alcántara (Cáceres).

“Fiesta de la chaquetía” en Bienvenida (Badajoz). 

“Día de la Borrajá” en Hoyos (Cáceres).

“Día de la calbotá y la corrombla” en Villanueva de la Vera (Cáceres). 

La gastronomía de esta fiesta es muy variada, pero lo que más destaca es la repostería. Es un día para salir al campo y comer los frutos típicos de esta fiesta del año: 

Las castañas, que se suelen comer asadas. 

“Los casamientos”, que son higos pasos rellenos con una nuez.

Las granadas, el membrillo, manzanas, almendras...

Los alimentos de las Ánimas. 

La costumbre de comer castañas asadas con motivo de la festividad de la fiesta de Animas, ha sido común en toda la zona norte de la Península. Así mientras los vascos le llaman "kastañarre-eguna", los catalanes "casnyadas", en Galicia "magostos", en Portugal "magustos" (en donde la palabra "magusto" sirve tanto para denominar a las castañas que se ingieren en estas fechas, como a la propia hoguera en que se hacen), en Asturias le llaman "maguestu" al rito de comer en cuadrilla, castañas asadas con sidra dulce por estas fechas. Hay que tener en cuenta que en las zonas en donde no había castañas se comían los frutos de la zona. En Andalucía a estos frutos les llamaban "Tosantos". En todos estos sitios los jóvenes pasaban por los domicilios a recoger los donativos de castañas:

Con el tiempo fueron también apareciendo nuevos productos alimenticios mas elaborados: en Ciudad Real los "tostones"; en Andalucía las tortas o "dobladitas" en Cuenca "los roscos" que los padrinos y madrinas regalaban a sus ahijados; en Cataluña "los panellet" dulce compuesto de harina, almendras, azúcar, huevos y adornados con piñones; en Castilla-La Mancha en general las "gachas dulces" y los "puches" parecidos a los descritos para Cataluña y en Albacete llamaban "nuegados". En La Sagra (Toledo) se hacían para tal fecha unos panes en forma humana.

Es lógico que si en el ritual cristiano se celebran las fiestas de los santos patrones, y las fechas solemnes de Cristo o de la Virgen, se celebre también la fiesta de Todos los Santos, y mas aún el día de las Animas, o los Santos Difuntos, que tanta importancia han tenido en la antigüedad.

Esta costumbre cristiana, también se exportó a América. Así en México, uno de los países de mayor tradición en las honras a sus difuntos, son aún famosos los caramelos en forma de calaveras y esqueletos, que se dan a los niños.

Pero si todos estos alimentos señalados hasta aquí son alimentos que se toman en honor de los difuntos, existía toda una suerte de alimentos que eran para los difuntos, esto es que estaban destinados a los difuntos. Así en varias zonas de Francia como en Ariège y Rousillon, en tal día se comen castañas y se dejan unas cuantas encima de la mesa y en peldaños de la escalera, "para los difuntos". Igual costumbre había en Portugal. Se consideraba que el difunto, en tales fechas, volvía a visitar su hogar y por ello se les dejaba alimentos.

En muchas zonas de todo América en tal día se prepara el plato preferido por el difunto. En Tucumán (México) se deja en una habitación. Al día siguiente se lo comen sus deudos "aunque está ya sin la sustancia" que la habían tomado los difuntos. En otras zonas se les coloca encima de las tumbas. No está tan lejos lo que en toda la península se hacia, que era colocar un pan sobre la tumba de la familia en la iglesia. Según contaba una persona de Amezketa, el pan que ellos llevaban a la iglesia para poner sobre el "yarleku", una vez terminada la misa se la quedaban para los sacerdotes, sacristán y señora y aunque el peso era el mismo, ya no era igual "pues ya no tenia sustancia" que era la que se lo quedaban las Animas.

Los modernos productos comerciales que nos han impuesto como los "huesillos de santo" o similar no dejan de ser productos que continúan con estas tradiciones, aunque muchas veces ya sea desconocida su procedencia para la mayoría de los compradores.

En resumen: el "kastañarre-eguna" no es mas que el resto de un ritual medieval de una celebración religiosa en honor de los difuntos. (Antxon Aguirre Sorondo, miembro de la sección de Antropología de Eusko Ikaskuntza)