IGLESIA PARROQUIAL NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIóN

Nuestra iglesia parroquial es una construcción de una sola nave, cubierta mediante bóveda de medio cañón con lunetos, y presbiterio, sobre el que se instala una bóveda sencilla de crucería elaborada con ladrillos.

Ambos espacios se separan mediante arco triunfal apuntado.

A los pies se sitúan, un coro elevado sobre arco escarzano, desde donde se cantaban las misas; y el acceso a la escalera de caracol de la torre-campanario, donde los monaguillos tocaban a misa.

Cómo olvidar, la noche de todos los Santos, donde las campanas no dejaban de doblar. Esa noche los monaguillos permanecían en el campanario haciendo sonar las campanas, por eso la víspera de los Santos iban pidiendo casa por casa alimentos para hacer más llevadera la noche.

A lo largo de los años, nuestra iglesia ha sufrido varias reformas, pero quizás la más  importante sea la primera, en el año 1959 aproximadamente; siendo por entonces párroco de la misma Don Juan Núñez Andrade. Las demás, más que reformas, han sido modificaciones o mejoras, tan importantes como la primera.

Se reformó el altar mayor, quedando como está actualmente. Durante las obras apareció en la pared una pintura de un Cristo con las manos atadas, que es posible, que esté tapada.

También se levantaron nuevas capillas, una la del Cristo de las Batallas y otra la de la Virgen de Fátima. En la actual capilla del Nazareno, antes sólo estaba la pila bautismal; fue más tarde cuando se trasladó allí al Nazareno.

El suelo era de baldosas coloradas de aspecto terroso, que fueron cambiadas por las que están hoy.

Se incorporaron los bancos, pues hasta entonces la gente llevaba sus propios reclinatorios.

El exterior también sufrió cambios, así fue decorado con escudos de piedra, los situados en la parte de atrás; y se decoró la fachada con incrustaciones de piedras; y con vidrieras en las paredes laterales del edificio.

Posteriormente, se realizaron nuevas modificaciones en el exterior, como fueron las escalinatas de entrada, la incorporación de farolas a ambos lados de la puerta principal, o el cambio de las puertas, pues las anteriores estaban muy deterioradas.

Recordemos que en la primera reforma de nuestra parroquia, contribuyó todo el pueblo. Los  más pudientes aportaron dinero, y aquellos que tenían menos medios, lo hicieron con su trabajo.

También los chicos y chicas ayudaron en las obras sacando escombros por la noche, después  de que acabaran los albañiles y, transportándolos fuera del pueblo, en carros tirados por bestias.

Las chicas además vendían papeletas para las rifas, y así sacar un dinero que iba destinado a los gastos de la reforma.

Tampoco olvidar que el secretario de aquella época, Don Joaquín Fresneda Sevilla, mandó una carta a cada uno de los vecinos del pueblo que emigraron a la ciudad. En ella, les pedía que ayudaran económicamente, con lo que pudieran, para las obras de la iglesia. Y como era de esperar, todos, sin excepción , mandaron su aportación económica.

Después, y poco a poco, se han ido introduciendo nuevas mejoras, hasta llegar a su estado actual.

Está bien que se mejoren los edificios si sus condiciones son malas; pero no destruir el poco patrimonio arquitectónico que tenemos, o mejor dicho, que teníamos. De seguir así, no dejaremos ningún vestigio de otras épocas.

                                                                                     Mª Ángeles R.